¿Que son las trufas? 42 Respondióle el rey Agamenón: «Ambos, oh Menelao, alumno de Júpiter, tenemos necesidad de un prudente consejo para defender y salvar á los argivos y las naves, pues la mente de Jove ha cambiado, y en la actualidad le son más aceptos los sacrificios de Héctor. 60 Dijo entonces Menelao, valiente en el combate: «¿Cómo me encargas y ordenas que lo haga? 64 Contestó el rey de hombres Agamenón: «Quédate allí; no sea que luego no podamos encontrarnos, porque son muchas las sendas que hay á través del ejército. 86 Respondióle el rey de hombres Agamenón: «¡ 119 Dijo el rey de hombres Agamenón: «¡ Glorioso Atrida, rey de hombres Agamenón! 72 Esto dicho, despidió al hermano bien instruído ya, y fué en busca de Néstor, pastor de hombres. 143 Respondió Néstor, caballero gerenio: «¡ 102 Contestó Néstor, caballero gerenio: «¡ El primero á quien despertó Néstor, caballero gerenio, fué Ulises que en prudencia igualaba á Júpiter. Á Héctor no le cumplirá el próvido Júpiter todos sus deseos, como él espera; y creo que mayores trabajos habrá de padecer aún si Aquiles depone de su corazón el enojo funesto.
Reconoce al Atrida Agamenón, á quien Jove envía y seguirá enviando sin cesar más trabajos que á nadie, mientras la respiración no le falte á mi pecho y mis rodillas se muevan. Obedeceránle más que á nadie, puesto que los manda su hijo junto con Meriones, servidor de Idomeneo. Al fin, creyendo que la mejor resolución sería acudir á Néstor Nelida, el más ilustre de los hombres, por si entrambos hallaban un medio que librara de la desgracia á todos los dánaos, levantóse, vistió la túnica, calzó los blancos pies con hermosas sandalias, echóse una rojiza piel de corpulento y fogoso león, que le llegaba hasta los pies, y asió la lanza. 131 Apenas hubo dicho estas palabras, abrigó el pecho con la túnica, calzó los blancos pies con hermosas sandalias, y abrochóse un manto purpúreo, doble, amplio, adornado con lanosa felpa. Como el esposo de Juno, la de hermosa cabellera, relampaguea cuando prepara una lluvia torrencial, el granizo ó una nevada que cubra los campos, ó quiere abrir en alguna parte la boca inmensa de la amarga guerra; así, tan frecuentemente, se escapaban del pecho de Agamenón los suspiros, que salían de lo más hondo de su corazón, y le temblaban las entrañas.
Mucho temo por los dánaos; mi ánimo no está tranquilo, sino sumamente inquieto; el corazón se me arranca del pecho y tiemblan mis robustos miembros. Alguien podría ir á llamar al deiforme Ayax Telamonio y al rey Idomeneo, pues sus naves no están cerca, sino muy lejos. Por lo que la trufa negra no solo aporta un gran sabor y aroma a los alimentos, Fresco Tuber Borchii sino que también es muy nutritiva. Con un aroma intenso y característico, y un sabor delicado y terroso, las trufas son un tesoro culinario. Las trufas llevan un largo proceso de crecimiento y pueden alcanzar los miles de pesos por su exclusivo sabor y el toque único que le dan a la comida. El narrador no cree haber faltado a su deber por haber omitido hasta ahora que los Tellería corrieron en tropel a Suertebella desde que llegó a su noticia el grave mal y estado de María. De vez en cuando tomaba una muestra de tierra del hoyo con el cuchillo, lo olía y orientaba la dirección de la excavación, hasta que asomaba una superficie esférica y rugosa que llenaba el aire de un aroma penetrante e inconfundible.
Superficie recubierta de pequeñas verrugas (1-2 mm. 25 También Menelao estaba poseído de terror y no conseguía que se posara el sueño en sus párpados, temiendo que les ocurriese algún percance á los aqueos que por él habían llegado á Troya, atravesando el vasto mar, y promovido tan audaz guerra. Vagando voy; pues, preocupado por la guerra y las calamidades que padecen los aqueos, no consigo que el dulce sueño me cierre los ojos. Tiene unos ojos oscuros muy expresivos y siempre alerta. Cuando fijaba la vista en el campo teucro, Fresco Tuber Macrosporum pasmábanle las numerosas hogueras que ardían delante de Ilión, los sones de las flautas y zampoñas y el bullicio de La Trufa Blanca de Alba gente; mas cuando á las naves y al ejército aqueo la volvía, arrancábase furioso los cabellos, alzando los ojos á Júpiter, que mora en lo alto, y su generoso corazón lanzaba grandes gemidos. Mas hoy se levantó mucho antes que yo mismo, presentóseme y le envié á llamar á aquéllos de que acabas de hablar. Jamás he visto ni oído decir que un hombre realizara en solo un día tantas proezas como ha hecho Héctor, caro á Júpiter, contra los aqueos, sin ser hijo de un dios ni de una diosa.